miércoles, 23 de febrero de 2011

Extracto de la novela, cronicas de una Necrofiga.


— la noche esta serena ,  Hélene  abre con cuidado el candado del mausoleo , detrás de ella se encuentra Morris su perro mas fiel alumbrándola con la lámpara de mano, una ligera brisa helada se hace presente y los fuertes músculos del sirviente adónico de Hélene se estremecen por completo.  La depravada mujer entrada en los cuarenta años abre la puerta, el sonido aterrador de la misma crea en Morris una parálisis en todo su cuerpo.  Esta lo mira y le propina un fuerte golpe en la cabeza, le replica.
Hélene:— ¡en verdad eres un cobarde Morris !, todo te da miedo, esto no puede ser, ¡anda sígueme!, o me harás enojar aun mas de lo que estoy.
— Morris tiembla.
Morris:— ¡perdóneme mi señora!, tengo miedo.
Hélene:— ¡es mejor que camines!, por tu bien.
— Hélene toma la lámpara de la mano de Morris y empieza a caminar, a los pocos segundos es seguida por Morris.
— Morris mira todo a su alrededor, siente el aplastante frio de las paredes del mausoleo,  al igual que el inquietante ruido de las ratas que caminan a su lado, Morris toca el hombro de su dueña para sentir confianza y seguridad. Empieza a llover ligeramente. Hélene se detiene,  se voltea a ver a Morris, aquellos ojos penetrantes de Hélene esclavizan el alma de Morris.
Hélene:— ¡Morris !, es una señal que todo nos saldrá bien sígueme, ya estamos cerca.
Minutos después
—la lluvia poco a poco se convierte en tormenta,  los rayos iluminan el lugar, Morris esta tratando de abrir la cripta, Hélene se siente impaciente.
Morris con gran esfuerzo logra abrir la tapa la ha movido parcialmente, Hélene se acerca un poco mas para alumbrar el valioso tesoro, si ahí esta el. Igual que ayer como si nada hubiera pasado desde su muerte, Hélene mira a Morris,  este entiende y mueve mas la tapa. Al hacerlo deja al descubierto el cuerpo del hermoso Andreu. Ahí esta él, Hélene disfruta al verlo una vez mas.  Le ordena a Morris que lo saque de la cripta y lo coloque en piso. Rápidamente le obedece, toma en brazos al bello chico de tan solo quince años. Le ordena a Morris que se aleje, este se retira a un lado solo a mirar.
Los rayos caen con tal fuerza que su luz parece de día, como una loba hambrienta arranca la ropa del cadáver, la despedaza con tal alevosía que ella siente que su vida se le va de sus manos con cada tirón, se vuelve loca y empieza reírse a carcajadas. Es tal el deseo que ella misma desgarra sus ropas revelando sus pechos. Empieza a lamer el cuerpo de Andreu, para ella es un placer sentir la fría piel de aquel hombre que ella amo en vida en secreto, recorre cada centímetro de su cuerpo virginal, se detiene a oler las partes nobles, los lame sin parar acaricia con sus manos cada musculo inmóvil, ella siente el éxtasis, la ha dominado por completo la lujuria.  Mira a Morris.
Hélene :— ¡arráncame!., lo que me queda de ropa y poséeme, ¡hazlo!, deseo sentir tu falo dentro de mi, domíname Morris ven que el placer es intenso. No ves que el cuerpo de Andreu es una delicia, no puedo dejar de saborear su piel tersa, como la delicia que es su miembro viril, ¡hazme tuya!.
— Morris se quita la ropa. Empieza a despertar su enorme falo con su mano mientras ve como su señora es dominada por los placeres de la lujuria. Ya parcialmente erecto su pene se acerca a su ama le arranca lo que le hace falta de ropa, y empieza a penetrarla, esto la excita aun mas, empieza a morder el cuerpo de Andreu poseída por la sensación de ser penetrada.
Hélene:— ¡así!, ¡hazlo, no te detengas!, ¡no tengas piedad de mi!, ¡es así que lo deseo sentir dentro mi todo!, ¡muévete mas rápido así, no te detengas!, ¡porque yo devorare el cuerpo de Andreu!, sin piedad alguna.



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